Aún sigo pensando si solo soy un tonto o un romántico que espera toparse con algo que se convierta en alguien, y que sea muy importante en mi vida, todo eso en el mes de enero.
Y sí, es muy tonto, y más en un momento de debilidad en que me quise entregar a alguien para sentir eso que nunca he sentido.
Terminó tan mal. Realmente seré lo más valiente en cada adversidad de la vida, pero empezar a enamorarse me hizo ver en un acto de derrota; no podía entender cómo me puedo preocupar tanto por alguien que apenas conozco.
Y me fui; no puedo estar donde no quiero estar, donde no he aprendido a amar a quien me ama.
Sé que rompí un buen corazón, pero tuve que hacerlo, no podía dejar que esto creciera y el dolor fuera más grande.
Me quedé pensando unos días en lo mal que fui, sé que nadie merece lo que hice, soy culpable.
Lo siento, corazón, nunca pensé que te haría tanto daño. Realmente no pensé en mí cuando pensé en ti. Quise sentir junto a ti esa experiencia, mi primera experiencia. Hay cosas que no logro controlar, como mis más puros sentimientos. Hay cosas que aún no logro creer, como tu palabra fiel, y probablemente sea un salvaje que no quiere ser amado aún, que quiere vivir sin sufrir y menos hacer daño a quien le entrega su corazón a mi frío corazón.
Prometo que después de ti, a nadie le haré esa mala jugada como lo hice contigo, que a más nadie llevaré por ese caminito para luego abandonar por miedo a amar.
Ahora tendré que saber quién sí puede comenzar a enamorarse de mí, solo para no romperle el corazón y que al final ambos no suframos, todo por mí.
“Lamento haberte roto el corazón, pero desde el principio al final nunca fue mi intención”.