Este año cerré ese ciclo. Agosto nunca debió ser triste.
Desde años atrás, agosto en mi vida era el más puro sinónimo de tristeza. Era ese mes donde mis pensamientos más tristes tenían la libertad de hacer de mi vida un charco aislado y melancólico.
Siempre me preguntaba, por años: ¿qué estoy haciendo con mi vida? ¿A dónde voy? ¿A dónde quiero estar?
Creo que uno de los momentos más fuertes fue agosto de 2022. Pasaba un año sabático muy tranquilo, pero esos pensamientos de que no estaba haciendo nada, de no sentirme productivo, no me dejaban en paz.
Sin embargo, agosto de 2023 también me hizo caer nuevamente en esa tristeza, en esa intensa reflexión sobre mi vida. Pero sí estaba haciendo algo: había culminado mi periodo inicial en la universidad. Era el comienzo de algo grande, así que me senté a escribir mis pensamientos en este blog ese mes.
Agosto de 2024 comenzó fuerte, pero no fui el único; el país entero no la pasó muy bien. Sin embargo, ya era momento de dejar atrás eso, y fue ese el impulso que me hizo dejar atrás agosto como siempre lo había vivido. Decidí no saber más nada del mundo, colapsado por tantas noticias y el contexto nacional, y dije: necesito desconectar del mundo digital por un momento.
Y fue esa tarde cuando me levanté de mi cama, fui al patio, tomé un rastrillo y comencé a limpiar, a recoger y a apilar cada hoja para luego botarlas y dejar ese patio limpio.
Vi a mis dos vecinos jugar voleibol, algo que siempre me había llamado la atención, y junto a una prima que estaba de visita, decidimos unirnos. Sin miedo al rechazo y sin temor de ser nosotros mismos.
Comenzó el juego, fue divertido hasta que anocheció. Ellos siempre habían estado aquí; siempre los vi por la ventana, pero nunca me acerqué.
Ese mismo día acordamos ir a la cancha de mi comunidad, y a los dos días estábamos allí jugando y riendo.
En más de una semana, la cantidad de personas que se habían unido al juego era increíble. Tan cierto es que se pueden hacer nuevas amistades a partir de un pequeño impulso.
También fue la oportunidad, en un día demasiado caluroso, de ir al pozo de la comunidad y comenzar a limpiar algo más allá.
Ya para septiembre, agosto había dejado de ser un mes depresivo; era un renacimiento. Estoy seguro de que fue esa carta al Universo donde una de mis peticiones era tener nuevas amistades, y sí, fue así.
Con todo esto, es cierto lo que dicen: somos lo que nos permitimos ser.
“Conquisto al mundo cada día con mi esencia propia”.